lunes, 26 de agosto de 2013

Lane Cove

Se cumple un año de mi llegada a Sydney, y sigo dando paseos para explorar la ciudad y sus alrededores. Ayer fui al parque nacional de Lane Cove, que en realidad está dentro de la ciudad, a unos 10 kilómetros del CBD. Es un parque fluvial por el que se puede navegar fácilmente en canoa, pues el río ha sido remansado por un dique. En sus orillas hay un denso bosque, recorrido por dos sendas. Precisamente ese fue el recorrido que hice: remonté el río por la senda Oeste (Riverside walk), crucé el puente y regresé por la senda Este (un segmento del Great North Walk). En la parte más cercana al dique hay unas cuantas áreas perfectamente equipadas para hacer picnics, así como un negocio de alquiler de canoas y bicicletas. El Riverside walk es un poco aburrido, pero el Great North Walk es un poco más abrupto y por lo tanto, más entretenido.






lunes, 19 de agosto de 2013

Bondi to Watsons Bay

Ayer di otro paseo para continuar la exploración de la costa de Sydney y su puerto. Caminé entre la famosa playa de Bondi y Watsons Bay, muy cerca del South Head. Excepto la playa, el resto del camino bordea los acantilados por los que algunos barrios de Sydney se asoman al océano. Obviamente, se trata de una zona cuyos habitantes tienen una situación económica desahogada. Desde algunas de las casas al borde de los acantilados más altos se puede observar, por un lado, el océano (incluyendo ballenas, si uno tiene prismáticos y suficiente paciencia), y por el lado opuesto, el puerto, con el skyline del CDB, el teatro de la ópera y el puente.

Aunque formalmente seguimos estando en invierno, el tiempo este fin de semana fue fenomenal, y no faltaban bañistas en la playa y gran número de familias disfrutando de los parques de Sydney. De hecho, la línea de costa entre Bondi y Watsons Bay alterna algunas casas con varios parques, un faro e incluso algunos campos para practicar deportes, con el riesgo de que un balonazo acabe en fondo del acantilado.





domingo, 11 de agosto de 2013

Fútbol australiano

Ayer fui al estadio olímpico de Sydney (ahora renombrado por motivos de patrocinio) para asistir a un partido de la AFL, la liga de fútbol australiano. Ojo, no confundir el fútbol australiano con el fútbol ("soccer") que se juega en España. Enseguida hablaré de eso.

El de ayer era un partido de "máxima rivalidad", ya que se enfrentaban los Cisnes de Sydney contra las Urracas de Collinwood (Melbourne). Ya he comentado en otras ocasiones la rivalidad entre las dos principales ciudades de Australia. El estadio tiene un aforo de 84.000 y ayer estaba, en el sentido más matemático de la expresión, medio vacío, pues la asistencia fue de 42.000 personas. Los precios de las entradas no son disparatados; la mía costó 50 dólares. Para completar la crónica del pre-partido, y cumpliendo con los tópicos del radioperiodismo, informaré de que la temperatura a las 7:40, hora de comienzo del partido, era de unos estupendos 20 grados tras un día de "duro invierno" de Sydney.



La afición australiana no es muy bulliciosa, y no se prodiga en cánticos, gritos, bombos ni otros entretenimientos. Sólo ruge un poco cuando su equipo marca un gol. Para ser honestos, la hinchada de las Urracas, una minoría blanquinegra entre una mayoría local blanquirroja, sí se hacía notar un poco más. La afición local no tuvo su noche. Buena parte del respetable se levantó de sus asientos durante el último cuarto y desfiló hacia la calle, disgustados porque recibieron una notable paliza del equipo visitante. El marcador final fue 10.11 (71) contra 14.16 (100), lo que significa que las Urracas consiguieron 100 puntos, gracias a 14 goles que valen 6 puntos cada uno, y 16 "minigoles" que sólo valen un punto. ¿Cuál es la diferencia? Como se ve en la fotografía, la portería tiene 4 postes. Un gol vale 6 puntos entre los postes centrales, y sólo 1 punto entre los laterales.

También se observa en la foto que el campo de juego es enorme y ovalado. Hay mucha gente sobre el terreno de juego: 18 jugadores por cada equipo, 5 árbitros, técnicos y aguadores, todos corriendo, unos para tratar de coger la pelota ovalada y otros para alejarse de ella y no estorbar. El ritmo de juego es frenético, y las reglas son bastante extrañas. El esfuerzo físico y el frenesí pasa factura, y la elaboración del juego dista bastante de la del Barcelona de Xavi e Iniesta. En este juego se trata de hacer proezas físicas para coger el balón (con las manos) y zafarse de los oponentes que no se andan con tonterías a la hora de detener al rival. El recurso al balonazo es recibido con aprobación por la grada. El tiki-taka es tan escaso que atrapar un pase largo está recompensado con un tiro libre.