La postal icónica de la Great Ocean Road es la de los 12 Apóstoles al amanecer o al ocaso. Se trata de unos pináculos rocosos que desafían al océano y a la gravedad. Para empezar, hay que aclarar que el nombre "12 Apóstoles" no es más que una estrategia turística. Ni siquiera son doce (son unos 7, depende de cómo cuentes). Algún genio de la mercadotecnia decidió que el nombre que les pusieron los primeros europeos (la cerda y los cerditos) no era suficientemente digno, así que las rocas se convirtieron en "apóstoles".
A pesar de la tormenta del día anterior, tuve la suerte de visitar este paisaje en una fantástica mañana. La luz cálida y la bruma creada por el oleaje hicieron el resto. Esperaba encontrar montones de turistas, pero afortunadamente no fue así, y además el lugar está bien preparado. Los más afortunados disfrutan de una panorámica desde el enjambre de helicópteros turísticos, pero yo hice la visita a pie.
Este paisaje recuerda al de la Playa de las Catedrales en Lugo, aunque los 12 Apóstoles superan a la playa lucense por lo menos en cuanto a escala. No voy a entrar en otras comparaciones: ambos lugares merecen una visita.
Unos kilómetros más allá se encuentra la pequeña playa de Loch Ard Gorge, hundida entre los acantilados y al fondo de una cala. El lugar es famoso por un trágico naufragio hace más de 100 años, del que solo sobrevivieron dos jóvenes.
Otra parada obligatoria es el London Arch. Este lugar también cambió de nombre muy recientemente: hasta 1990 se conocía como London Bridge por sus dos grandes arcos de piedra. Pero el 15 de Enero de aquel año, uno de los arcos se desplomó, por lo que ahora sólo queda el otro. Fueron testigos unos turistas que se encontraban en la península en el momento en el que se convirtió en una isla, y que tuvieron que ser rescatados en helicóptero. Esta preciosa playa me recordó a la de San Antolín en Llanes, aunque también con una escala diferente.
Las fuerzas de la naturaleza que han esculpido este paisaje no dejan de transformarlo. Al desplome del puente se añade que en 2005 uno de los "Apóstoles" de 50 metros de altura perdió la batalla contra el océano y se desmoronó. Y la erosión también es muy visible en varios lugares del acantilado.
Después de estas visitas, de reponer fuerzas en un buen restaurante y reposar en la playa de Port Campbell, regresé a Melbourne por una carretera interior, un "atajo" de sólo 230 kilómetros, que me permitió descubrir hermosas granjas y grandes campiñas por las que puedes conducir durante mucho rato antes de encontrar una localidad.