sábado, 17 de octubre de 2015

Palm Beach - Newport Beach

Se denomina Northern Beaches al tramo de costa que se extiende entre la boca del puerto de Sydney y la desembocadura del río Hawkesbury unos 30 kilómetros más al norte. Aquí se encuentran una sucesión de barrios residenciales situados entre el océano y el parque nacional de Ku-Ring-Gai. Su punto más septentrional es el faro de Barrenjoey y la espectacular playa de Palm Beach que da para otra entrada del blog. El pasado fin de semana recorrí un tramo de la senda costera que comienza precisamente allí y baja hasta Manly, conocida como el "Bloody Long Walk". A principios de año ya había hecho otro tramo desde Dee Why a Manly.

El terreno en esta sección es bastante más accidentado y un poco rompepiernas. Tras comenzar en Palm Beach, la senda asciende por unas escaleras entre casas de precios astronómicos. Después de unos giros se regresa a la costa y se desciende a la Whale Beach y Dolphin Bay (no me detuve a observar ni a unas ni a otros). Enseguida se vuelve a subir y se atraviesa una pequeña reserva natural en la cima de unos acantilados, para luego volver a bajar y llegar a la playa de Avalon, y después a la playa de Newport. Mi plan era encadenar alguna playa más, pero se avecinaba una tormenta y decidí terminar mi paseo allí.







lunes, 5 de octubre de 2015

Barangaroo

El año pasado escribí sobre desarrollos urbanísticos en Sydney y anticipé un comentario sobre Barangaroo, que es un caso de estudio por si mismo.

Barangaroo es el nombre elegido en 2006 para urbanizar una enorme parcela al oeste del CBD. Durante más de un siglo este lugar fue parte del puerto de Sydney y un importante foco de actividad económica, aunque también de pobreza y enfermedad (de ahí el reciente cambio de nombre). Con el traslado de las actividades portuarias a Port Botany en los años 70, la actividad se fue reduciendo, los tinglados y los muelles desaparecieron, y el vacío fue rellenado por una brutal superficie de hormigón de 22 hectáreas, que es lo que encontré cuando llegué a Sydney en 2012.

Los planes para integrar este terreno en la ciudad llevan más de una década en marcha. El proyecto se lanzó como una oportunidad para crear una gran zona verde y recuperar más de un kilómetro de costa, a cambio de unos modestos edificios en el extremo Sur. Se adjudicó el proyecto a una de las grandes empresas constructoras del país. Como suele suceder, con el transcurso de los años el proyecto fue sufriendo "revisiones" que han ido reduciendo el espacio verde y aumentando la superficie a construir. El gran solar fue dividido en tres. En el tercio Norte se ha inaugurado recientemente la prometida zona verde y se ha realizado una notable labor para reconstruir el aspecto "natural" del terreno antes de convertirse en una enorme esplanada rectangular. Esta zona verde también sirve para camuflar una gigantesca sala subterránea con aspecto de hangar, en principio destinada a exposiciones y eventos culturales.

Mientras tanto, el tercio Sur se declaró zona de negocios y se están terminando de levantar tres rascacielos de oficinas, de unas 40 plantas cada uno.

El segmento central es el más controvertido y su desarrollo es el más retrasado. Los primeros bocetos colocaban allí una zona verde con un gran anfiteatro y unos pequeños bloques residenciales. Estos bloques no tardaron en crecer y actualmente están previstas tres torres de apartamentos de lujo, aún más altas que los rascacielos de oficinas.

Por si fuera poco, en una de estas evoluciones del proyecto apareció un famoso billonario australiano dueño de un emporio de hoteles y casinos. Comenzó a hacer presión para convencer a las autoridades de la tremenda necesidad de construir un hotel-casino de ultralujo en la parcela, o mejor aún, en un islote artificial frente a ella. El hecho de que Sydney ya cuente con un casino (de la competencia) situado a solo 1 kilómetro y que la ley del estado prohiba un segundo casino en Sydney no pareció disuadirle. Tras apenas unos meses de campaña en los medios de comunicación (patrocinados), el estado se prestó cambió la ley del juego, las normas urbanísticas y por supuesto, el proyecto de Barangaroo para hacer sitio al hotel. Lo único que el empresario no consiguió fue su isla artificial: el hotel-casino fue asimilado en el perímetro de la parcela a costa, claro está, de las zonas verdes.

Todavía faltan años para que el hotel-casino esté terminado. Si se ejecuta el diseño presentado, será el edificio más alto de Sydney, una imponente aguja de cristal que hará sombra al resto de la ciudad y el puerto (literalmente: un estudio indica que obstaculizará la visión desde el histórico observatorio de Sydney y que arrojará sombra sobre Darling Harbour). En su interior habrá un hotel de 6 estrellas, un casino de acceso exclusivo para superricos y apartamentos que ya se valoran en $100 millones.