domingo, 25 de marzo de 2018

Glowworm tunnel (valle de Wolgan)

En la entrada anterior describí Newnes, una remota localización en el valle de Wolgan. Hace un siglo, allí se estableció una refinería, y para acceder a ella se construyó una línea de ferrocarril que fue abandonada a mediados de la década de 1930, cuando la industria declinó. Los raíles fueron retirados, pero la caja del ferrocarril todavía resulta evidente, aunque en algunos lugares ha sido destruida por corrimientos de tierra, desprendimientos de rocas y el crecimiento de la vegetación. Tras varios kilómetros ascendiendo por la pared Este del valle, el trazado se encaja por un pequeño arroyo, y de pronto desaparece dentro de la montaña.
En ese punto comienza un túnel de 400 metros y de trazado curvo y en ligera pendiente. La parte central del túnel es muy oscura, y allí se encuentra el principal atractivo de esta ruta: una colonia de luciérnagas recubre las paredes y el techo del túnel. Al apagar la linterna se puede contemplar un precioso espectáculo que recuerda al firmamento nocturno, pero con puntos de luz verde de origen biológico.
Saliendo del túnel por su boca superior se accede a una senda llamada de las Pagodas, que continua ascendiendo hasta enlazar con un antiguo camino de carretas, que desciende otra vez hacia el valle y permite completar un circuito de unos 10 kilómetros.





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miércoles, 21 de marzo de 2018

Newnes

Al otro lado de las Blue Mountains, a unas tres horas en coche, se encuentra el valle de Wolgan, en los límites de otro parque nacional, el de Wollemi. La carretera desciende las verticales paredes del valle. Al cabo de unos kilómetros el asfalto se termina y la carretera se convierte en una pista de grava. Un poco más adelante se llega a un claro en el bosque donde está permitida la acampada. El remoto lugar se llama Newnes.
Aunque actualmente se encuentra despoblado (excepto por los campistas), Newnes cuenta con una sorprendente historia industrial. Hace 100 años se estableció aquí una gran refinería de pizarra bituminosa, para la que construyó una línea de ferrocarril y un oleoducto, además de un poblado para los empleados. Unas décadas después todo fue abandonado y actualmente solo quedan unas ruinas industriales prácticamente reasimiladas por la naturaleza.
Este remoto lugar, sin carretera, sin telefonía y a decenas de kilómetros de la localidad más próxima, resulta perfecto para disfrutar de la naturaleza. Al atardecer y al amanecer los canguros aparecen por todas partes, y por la noche el oscuro cielo permite disfrutar del espectáculo del firmamento del hemisferio Sur.





domingo, 11 de marzo de 2018

Warrimoo - Baxland

Warrimoo y Baxland son dos localidades en la parte baja de las Blue Mountains, donde el ferrocarril y la carretera discurren paralelos al valle del río Glenbrook. La senda comienza descendiendo hacia el Sur desde Baxland hasta llegar al arroyo. La senda está bien preparada, aunque en algunos tramos hay multitud de árboles caídos y es necesario saltar, agacharse e improvisar variantes. Después de un rato caminando el valle se amplía y el arroyo se junta con el río Glenbrook. El camino continua a media ladera, con varias escapatorias hacia el Norte. Este tramo se denomina Florabella Pass. Más adelante se gira hacia el Este y se asciende suavemente hasta la localidad de Baxland.





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viernes, 9 de marzo de 2018

Los trenes que no caben por los túneles

Hace unas semanas dediqué una entrada en este blog al ministro de Transportes de Nueva Gales del Sur a propósito de la calamitosa gestión de la renovación de parte de la flota de transbordadores. Sin embargo, eso es solo la punta del iceberg. El ministerio está recibiendo fuertes críticas por su gestión de otros medios de transporte aún más populares que los transbordadores.
Sydney es una ciudad de 5 millones de habitantes y una enorme extensión. Muchos de ellos utilizan sus vehículos privados para desplazarse al trabajo a través de una red de autopistas de peaje y calles urbanas. El ministerio está ejecutando un carísimo megaproyecto de nuevas autopistas subterráneas de peaje que parece no convencer a nadie. El tren es también muy popular: cada día se realizan más de un millón de viajes en ferrocarril "pesado", ya que Sydney no dispone aún de una red de metro.
La red de ferrocarriles es antigua y algo caótica. Varias de las líneas estaban al cerca del límite de saturación hasta que hace un par de meses el ministerio renovó los horarios y añadió nuevos servicios. Algunas voces con conocimiento de la materia indicaron que llevar la red al límite teórico de su capacidad tendría consecuencias negativas, ya que se eliminaba el margen para recuperarse de cualquier incidente. Los hechos no tardaron en darles la razón. En las últimas semanas, una sucesión de averías, huelgas y tormentas han causado varios colapsos, dejando a miles de viajeros tirados en las estaciones, atrapados en los trenes o haciendo colas durante horas esperando a que pasase un tren que no estuviera lleno. Por ejemplo, un día hubo un incendio por la mañana en unos andamios en un edificio en demolición junto a la estación de Circular Quay, en el corazón de la ciudad. Aunque sólo una fracción de las líneas de tren pasan por la estación de Circular Quay, el caos se propagó a otras líneas y 6 horas después, en plena hora punta de la tarde, varias de las líneas tenían serios retrasos.
Los accidentes parecen haberse multiplicado también. En los últimos meses, dos trenes han chocado contra los topes de vía en sus estaciones terminales, causando docenas de heridos. Esta semana un tren se ha incendiado en medio de las Blue Mountains y afortunadamente todos los viajeros han podido ser evacuados. Los gestores ferroviarios han tenido que dar marcha atrás y han anunciado una reducción de frecuencias y servicios para aliviar la saturación.
No resulta sorprendente que los trenes de la línea que llega a las Blue Mountains se incendien. Los vehículos que sirven esta línea tienen 30-40 años de antigüedad y parecen piezas de museo. Afortunadamente hay un plan para reemplazarlos. En 2016 el ministerio adjudicó un contrato de más de 2 billones de dólares a una empresa coreana para construir nuevos trenes específicamente para esa línea. El primero de los trenes llegará a Australia el próximo año. Solo hay un problema. La línea de las Blue Mountains, de la que también hablé en este blog, es antigua y tiene múltiples túneles y una veintena de pequeñas estaciones. Y aunque parezca difícil de creer, los nuevos trenes encargados a medida a Corea son demasiado anchos para los túneles y los andenes de la ruta. Así, como suena: los nuevos trenes no caben por los túneles. Miden 3.1 metros de ancho, 10 centímetros más que los actuales trenes. El ministerio ha reconocido que efectivamente habrá que hacer algunas obras para ensanchar determinados túneles y andenes, por un coste aún no especificado. Previsiblemente las obras obligarán a cerrar la línea durante meses. Las autoridades ofrecen argumentos contradictorios: por un lado dicen que de esta manera la línea de las Blue Mountains tendrá las misma características que otras líneas. Por otro lado, están estudiando reducir los márgenes de seguridad, que actualmente exigen una distancia de 20 centímetros entre el vehículo y la pared del túnel, para evitar tener que reconstruir la línea. Es inevitable preguntarse cómo es posible adjudicar un contrato de 2 billones de dólares para construir trenes "a medida" y encontrarse después con este problema. Aprovechando la oportunidad, el colegio de ingenieros de Nueva Gales del Sur ha recordado que la legislación de este estado no requiere que un ingeniero profesional firme el proyecto, lo que sugiere la terrible visión de que el contrato pudiera haber sido negociado por burócratas que no saben usar una cinta métrica.