lunes, 30 de agosto de 2021

Cataratas de Iguazú

En 2012 viajé a Argentina durante un par de semanas para hacer un amplio circuito con inicio y final en Buenos Aires. Entre otros lugares, visité Mendoza, San Pedro de Bariloche, El Calafate e Iguazú. Este último se ha quedado grabado en mi memoria como el paisaje más bonito que he visto en mi vida.

Puerto Iguazú es una localidad a más de 1000 kilómetros al Norte de Buenos Aires, en la confluencia de los caudalosos ríos Iguazú y Paraná, junto al vértice fronterizo entre Brasil, Paraguay y Argentina. Fue la primera población no europea que visité, exceptuando el centro de Buenos Aires que se parece mucho a cualquier ciudad europea. Me impresionó su situación en mitad de la selva, su clima tropical, sus construcciones de perfil bajo y sus calles de arcilla rojiza como si fueran las pistas de Roland Garros.

La razón para visitar este lugar en el interior de Suramérica se encuentra unos pocos kilómetros hacia el Este, en medio de la selva. Las cataratas de Iguazú aparecen en cualquier lista de las 7 maravillas naturales del mundo, y con razón. Se trata de un complejo de cascadas de varios kilómetros de longitud y unos 80 metros de altura, divididas en dos escalones. Son las cataratas más largas del mundo, aunque no las más caudalosas, si bien tuve la suerte de visitarlas en una época de crecida. Millones de litros de agua se desploman cada segundo con un rugido atronador.

Este paisaje ha quedado retratado en numerosas películas, incluyendo La Misión, Moonraker e Indiana Jones. La visita se puede hacer tanto desde el lado argentino como desde el brasileño. Un entramado de pasarelas, sendas y hasta un tren turístico permiten acercarse hasta el mismo borde de las cataratas. Uno de los miradores más espectaculares es el situado sobre la Garganta del Diablo, donde la cortina de agua forma un arco de herradura, pero las vistas son magníficas desde cualquier lugar. En mi visita incluí una vuelta (guiada) en barca por la parte superior y otra por la parte inferior. La segunda incluyó acercarse bastante a una de las cascadas hasta quedar completamente remojado. Pese a las precauciones que tomé, mi cámara de fotos sufrió un final épico.

Me pasé todo un día, desde el amanecer hasta el atardecer, contemplando emocionado el increíble paisaje. No tuve tiempo de visitar el lado brasileño, ni siquiera todos los rincones del lado argentino. Ojalá tenga la oportunidad de volver en otra ocasión.








sábado, 21 de agosto de 2021

Yosemite

Tras esquivar las balas de manera milagrosa durante un año y medio, parece que finalmente Sydney está sucumbiendo al COVID, aunque sea a cámara lenta. Llevamos dos meses de confinamiento y las perspectivas no son buenas. Mis excursiones y aventuras por Australia están, por tanto, aparcadas, así que voy a rebuscar en el álbum de fotos para hablar de mi visita al parque nacional de Yosemite en California, en otoño de 2015.

Aprovechando un viaje de trabajo a San Francisco, que suponía mi primera visita a California, se me presentó la oportunidad de visitar Yosemite, uno de los lugares más icónicos del mundo para cualquier amante de la naturaleza y las montañas. Se encuentra a unos 300 kilómetros al Oeste de San Francisco. Mi plan era pasar tres días allí, pero debido a una amenaza de temporal de nieve, tuve que acortar mi viaje para evitar quedar aislado en la montaña y faltar a la conferencia de mi empresa.

En el viaje de ida tuve la oportunidad de visitar un bosque de secuoyas (allí llamadas "redwood"). Son árboles gigantes, majestuosos y milenarios en cuya presencia uno se siente como si fuera una pequeña hormiga que está de paso.

La llegada al valle de Yosemite es espectacular. Un mirador a la salida de un túnel permite observar la postal más icónica: una vista longitudinal del valle, con la colosal pared granítica de El Capitán a la izquierda, una de las cascadas a la derecha, el fondo del valle cubierto de árboles, y la enorme mole blanquecina de Half Dome asomando por el horizonte al fondo de todo. El Capitán es la meca del alpinismo, con su pared vertical de 900 metros de altura (el doble que el Uriellu), y Half Dome proporciona retos tanto para los alpinistas como para los montañeros.

Mis objetivos eran bastante más modestos. Debido al acortamiento de mi viaje, tuve que cancelar la ruta que tenía planeada (me la guardo para otra ocasión). En su lugar, hice dos rutas cortas de media jornada. En la primera de ellas ascendí desde el centro de visitantes para visitar Yosemite Falls, que son dos grandes cascadas encadenadas. Por falta de tiempo solo pude llegar hasta la base de la segunda cascada, tras ascender 300 metros. La segunda ruta me llevó a acercarme a Vernal Fall, otra preciosa cascada. Después regresé hacia el valle para explorar otra senda y llega al Upper Mirror Lake. De esta forma pude observar el monolito de Half Dome desde distintos ángulos. Después continué explorando el valle hasta regresar al centro de visitantes y tomar un transporte de regreso a San Francisco. Por cierto, que al final el temido temporal de nieve se quedó en nada.

Espero tener más oportunidades de explorar Yosemite con más calma. El sitio lo merece.