sábado, 21 de agosto de 2021

Yosemite

Tras esquivar las balas de manera milagrosa durante un año y medio, parece que finalmente Sydney está sucumbiendo al COVID, aunque sea a cámara lenta. Llevamos dos meses de confinamiento y las perspectivas no son buenas. Mis excursiones y aventuras por Australia están, por tanto, aparcadas, así que voy a rebuscar en el álbum de fotos para hablar de mi visita al parque nacional de Yosemite en California, en otoño de 2015.

Aprovechando un viaje de trabajo a San Francisco, que suponía mi primera visita a California, se me presentó la oportunidad de visitar Yosemite, uno de los lugares más icónicos del mundo para cualquier amante de la naturaleza y las montañas. Se encuentra a unos 300 kilómetros al Oeste de San Francisco. Mi plan era pasar tres días allí, pero debido a una amenaza de temporal de nieve, tuve que acortar mi viaje para evitar quedar aislado en la montaña y faltar a la conferencia de mi empresa.

En el viaje de ida tuve la oportunidad de visitar un bosque de secuoyas (allí llamadas "redwood"). Son árboles gigantes, majestuosos y milenarios en cuya presencia uno se siente como si fuera una pequeña hormiga que está de paso.

La llegada al valle de Yosemite es espectacular. Un mirador a la salida de un túnel permite observar la postal más icónica: una vista longitudinal del valle, con la colosal pared granítica de El Capitán a la izquierda, una de las cascadas a la derecha, el fondo del valle cubierto de árboles, y la enorme mole blanquecina de Half Dome asomando por el horizonte al fondo de todo. El Capitán es la meca del alpinismo, con su pared vertical de 900 metros de altura (el doble que el Uriellu), y Half Dome proporciona retos tanto para los alpinistas como para los montañeros.

Mis objetivos eran bastante más modestos. Debido al acortamiento de mi viaje, tuve que cancelar la ruta que tenía planeada (me la guardo para otra ocasión). En su lugar, hice dos rutas cortas de media jornada. En la primera de ellas ascendí desde el centro de visitantes para visitar Yosemite Falls, que son dos grandes cascadas encadenadas. Por falta de tiempo solo pude llegar hasta la base de la segunda cascada, tras ascender 300 metros. La segunda ruta me llevó a acercarme a Vernal Fall, otra preciosa cascada. Después regresé hacia el valle para explorar otra senda y llega al Upper Mirror Lake. De esta forma pude observar el monolito de Half Dome desde distintos ángulos. Después continué explorando el valle hasta regresar al centro de visitantes y tomar un transporte de regreso a San Francisco. Por cierto, que al final el temido temporal de nieve se quedó en nada.

Espero tener más oportunidades de explorar Yosemite con más calma. El sitio lo merece.






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