Otro de los lugares que visité en Argentina, después de las cataratas de Iguazú, fue el glaciar Perito Moreno. Se encuentra cerca de la localidad de El Calafate, en la Patagonia, a 2500 kilómetros del sur de Buenos Aires. El vuelo doméstico hasta allí en un avión militar con múltiples escalas previstas e imprevistas y hasta un cambio de avión en una de las escalas debido a una avería mecánica, fue una aventura épica.
El Perito Moreno es un inmenso río de hielo de varios kilómetros de anchura y decenas de kilómetros de longitud. El frente es un muro vertical de casi cien metros de altura en algunos puntos. Este glaciar es famoso por un fenómeno que se repite cada pocos años. La lengua de hielo avanza sobre un lago hasta llegar a una intersección en forma de T y partir el lago en dos. El nivel de agua en uno de los dos lados asciende, incrementando la presión hasta conseguir levantar el hielo y formar un túnel que acaba derrumbándose. Mi visita ocurrió unos meses después del último ciclo, y enormes bloques de hielo daban testimonio del derrumbe.
Además de contemplar las vistas panorámicas desde la colina delante del frente de avance, crucé el lago con una barca para observar el muro de hielo desde abajo. Luego me puse unos crampones y uní a un grupo para hacer una visita guiada por la superficie del glaciar. Se trata de un paisaje que parece de otro mundo, con enormes grietas y lagunas heladas de un color azul intenso. Quizás lo más impresionante sean los crujidos sordos que emite el glaciar al moverse lentamente. Grandes bloques de hielo se desprenden del frente periódicamente y caen ruidosamente en el lago.
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