lunes, 17 de octubre de 2016

Galgos y plebiscitos

Atendiendo a contador de visitas, los artículos sobre actualidad política que ocasionalmente escribo en este blog parecen tener una buena acogida. O quizás sea que los artículos sobre excursiones tienen aburrida a la audiencia. En cualquier caso, pienso seguir publicando unos y otros. Hoy toca hablar de dos temas de política y derechos.

Hace ya unos meses que Mike Baird, el Premier conservador del estado de New South Wales, sorprendió a todos anunciando que promovería la prohibición de las carreras de galgos, toda una institución en estas latitudes. Hay que tener en cuenta que Baird ha expresado una visión muy retrógrada en temas sociales como el aborto o el matrimonio homosexual, y que lleva más de un año en el centro de la polémica por su ley del "Lock-out" que restringe los horarios de apertura de los pubs para reducir la violencia relacionada con el alcohol en las madrugadas de los fines de semana en el centro de Sydney. Por eso resultó tan sorprendente que este político decidiera adoptar una causa progresista. Quizás lo hiciera porque unos reportajes sobre las fosas comunes donde acaban los galgos sacudieron las conciencias de los australianos, o quizás simplemente para distraer la atención, especialmente la de los irritados y vociferantes bebedores nocturnos. Sea como sea, su condición de abanderado de la causa animalista no duró mucho. La semana pasada Baird anunció en rueda de prensa que se "había equivocado" y que había que dar "una nueva oportunidad" a la industria de las carreras de galgos. Hay que ser bondadoso hasta la ingenuidad para pensar que Baird estaba pensando en los desolados aficionados que se iban a quedar sin pasatiempo los sábados. Todo indica que el poderoso negocio de las apuestas ha sido muy persuasivo. Las críticas no fueron elogiosas acerca de la valentía de Baird. En cualquier caso, yo extraigo dos lecturas en clave de política española. La primera, obviamente, es el paralelismo con el mundo de los toros. La segunda es que, nos guste o no la decisión que haya tomado, el señor Baird salió en rueda de prensa y dijo literalmente "I'm sorry" y "I got it wrong", y no trató de maquillar que estaba dando un giro de 180 grados. No tenemos muchos ejemplos de algo entre los políticos en España.

Mientras eso sucede en el ámbito estatal, a nivel federal siguen mareando la perdiz acerca del matrimonio homosexual. Australia se está quedando atrás y ya es uno de los pocos países "occidentales" que todavía no ha legalizado estas uniones (en España son legales desde 2005 y no se ha acabado el mundo). El clamor popular en Australia parece evidente pero la clase política parece incapaz de mover ficha. En un extraño movimiento para hacer algo sin que parezca que hacen nada, el gobierno conservador sugirió convocar un plebiscito (referendum) para que el pueblo decida, sin que sus líderes tuvieran que mojarse. La oposición laborista, supuestamente más progresista, ha decidido recientemente no apoyar la convocatoria. Este giro ha sido celebrado por los colectivos gays que temían una campaña oficial en la que ambas posturas recibirían dinero público equitativamente y que probablemente se tornaría agria y dañina. Además, los derechos no se obtienen por mayoría en un referendum: simplemente se tienen. La pelota vuelve a estar sobre el tejado del gobierno.

domingo, 16 de octubre de 2016

Thredbo / Snowy Mountains

Cuando uno piensa en Australia, las imágenes que vienen a la cabeza no son las de un paisaje montañoso con cumbres cubiertas de nieve y esquiadores bajando por sus laderas. Este enorme país tiene un relieve bastante plano que solo se arruga en la parte oriental, donde la Gran Cordillera Divisoria recorre 3500 kilómetros en sentido Norte-Sur.

Situada en esa cordillera, la montaña más alta de Australia tiene unos 2200 metros de altura. Solo en Asturias, con una superficie 750 veces inferior, hay 100 cumbres que superan esa cota. Esta montaña se llama Kosciuszko y forma parte de las Snowy Mountains. Como el nombre indica, la región recibe una cierta cantidad de nieve cada invierno, lo que ha permitido abrir unas modestas estaciones de esquí como Thredbo y Perisher. Los aficionados a los deportes de invierno tienen que conducir durante 6 ó 7 horas para llegar allí desde Sydney y Melbourne.

Desde que llegué a Australia me ha tentado la posibilidad de ascender el monte Kosciuszko, una de las famosas "Siete Cumbres" del mundo y con mucha diferencia la más accesible de todas ellas. Hace algunas semanas lo intenté por primera vez, pero las condiciones meteorológicas no eran propicias y tuve que cambiar de planes. Espero tener nuevas oportunidades en el futuro y poder contarlo en este blog.

A pesar de la decepción de no poder subir a Kosciuszko, aproveché el fin de semana para visitar la región de las Snowy Mountains justo al final de la temporada de esquí, cuando todavía queda un poco de nieve. Di un paseo por los alrededores de la estación de esquí de Thredbo hasta llegar a la cota de nieve (1500 metros de altura en la ladera sur, la sombría). El paisaje me resultó extraño, pues combina elementos alpinos con la vegetación y la fauna australiana, incluyendo canguros, emus y wombats que lamentablemente mueren de forma abundante en las carreteras.

También visité Jindabyne, un pequeño pueblo que tiene algunas similitudes con Riaño (el de León). Hasta hace unas décadas el poblado se encontraba en el fondo del valle, hasta que la construcción de un embalse obligó a trasladarlo a la colina, junto a la orilla del lago y rodeado de montañas. Hoy parece vivir por y para el turismo.

Ese embalse forma parte del Snowy Scheme, un gigantesco proyecto hidráulico que abastece de agua y energía a parte de Australia. Durante tres décadas se construyeron 16 embalses y 7 centrales eléctricas, todo ello conectado por más de 200 kilómetros de túneles a través de las montañas. Este megaproyecto no solo atrajo población y dotó de infraestructuras (carreteras) a esta zona remota, sino que también contribuyó a la formación de la moderna identidad australiana a través de los miles de inmigrantes que vinieron y se quedaron.





lunes, 10 de octubre de 2016

Evans Lookout - Junction Rock - Govetts Leap

Blackheath, en el corazón de las Blue Mountains, es una localidad situada en una meseta de 1000 metros de altura y apenas 2 kilómetros de anchura. Tanto a Este como a Oeste el terreno se desploma en sendos acantilados que se precipitan sobre los valles de Grose y Megalong, respectivamente. Al borde de estos precipicios hay excelentes miradores con amplias vistas y se pueden observar las hermosas cascadas de 200 metros que producen varios arroyos. Ya había hecho varias rutas por esta zona (alguna todavía pendiente de publicar en este blog) y tomado algunas fotos, pero aún no había bajado al fondo del valle.

Este fin de semana hice una ruta comenzado en el mirador de Evans, justo en la cresta del acantilado. El camino desciende rápidamente unos 500 metros atravesando paisajes sorprendentemente variados. La primera parte del descenso está en buenas condiciones, con escalones regulares. La segunda parte no es tan cómoda y requiere prestar más atención. Finalmente se llega al fondo del valle y la senda transcurre plácidamente junto al rio durante varios kilómetros. La confluencia de dos afluentes en el centro del valle está rematada por una roca conocida como Junction Rock.

A partir de ahí comienza la remontada. Primero de manera suave, siguiendo un arroyo que hay que cruzar en varias ocasiones saltando de roca en roca (no hay puentes). Tras unas rampas más duras se llega junto a la base de la cascada de Govetts, con unas vistas espectaculares y refrescantes. Las paredes del acantilado son de 300 metros completamente verticales y la impresión es que es imposible ascender. Sin embargo hay una senda escalonada que cruza en zigzag. El camino es estrecho, está completamente encharcado por el agua que cae como si fuera lluvia, y si no fuera por la barandilla y algunos tramos con andamios, estaría al alcance de muy pocos. La ascensión brinda unas vistas espectaculares del valle, la cascada, la pared y el camino en si mismo, que se pueden disfrutar mientras se recobra el aliento.

En la cima se encuentra el mirador de Govetts, del cual parte un camino que recorre la cresta del acantilado hasta regresar a Evans. Pero antes de llegar al final de la ruta hay otro mirador intermedio, justo en donde el arroyo de Govetts se desploma. Desde este lugar se puede observar el hermoso "jardín vertical" que hemos ascendido previamente. De hecho, si observas detenidamente la última foto que acompaña a este artículo puedes ver el alocado trazado del camino.