El río Colo atraviesa de Oeste a Este el parque nacional de Wollemi desde su origen en los valles de Wolgan y Carpetee. Buena parte de su recorrido transcurre por una zona de difícil acceso, sin carreteras ni localidades, lo que ha permitido que se conserve prácticamente virgen.
Para mi primera visita a esta zona, escogí una corta pero intensa ruta llamada Bob Turner's track. Para llegar allí hay que conducir unos 100 kilómetros desde el centro de la ciudad. La primera mitad de ese recorrido es urbano, hasta llegar a Windsor, donde se cruza el río Hawkesbury y el paisaje cambia completamente. Primero se atraviesa una zona de granjas, luego comienza el bosque, y enseguida la carretera comienza a curvarse y ascender y luego descender otra vez para cruzar el Colo hacia el Norte y volver a subir por las montañas. El paisaje es muy bonito, pese a las evidentes cicatrices de los incendios de hace un año. Finalmente hay que abandonar el asfalto y continuar rodando otros 3 kilómetros por una pista forestal (hace falta un vehículo alto), hasta llegar a un pequeño aparcamiento.
La senda de Bob Turner tiene apenas 3.5 kilómetros, en los que desciende más de 300 metros, especialmente en el primer y el último tramo. El tramo intermedio desciende también, pero en suave pendiente por el interior del bosque. Esperaba encontrarme un camino en malas condiciones, teniendo en cuenta los incendios, las inundaciones y que la senda es prácticamente desconocida. Sin embargo, la mayor parte del camino está en buenas condiciones, con tramos escalonados y bien mantenidos. La única dificultad estaba en salvar algunos grandes árboles caídos recientemente.
El camino termina en una curva del río Colo, en el fondo del profundo valle. En esta zona hay un pequeño claro que parece perfecto para una futura acampada. El Colo es famoso por sus enormes crecidas, y las orillas dan testimonio de ello, con visibles marcas de riadas a gran altura sobre el cauce habitual. Las oscilaciones del río también permiten la aparición de pequeñas playas fluviales. Cuando las aguas están calmadas, son estupendas para un baño o para navegar.
El camino de regreso se hace por la misma ruta. El calor veraniego unido a la disminuida cubierta vegetal debido a los incendios hacen que la subida requiera un buen esfuerzo.
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