Ayer por la mañana me acerqué dando un paseo hasta el barrio de Rozelle, donde todos los fines de semana se celebra un mercadillo de antigüedades y chatarras varias. No encontré muchas gangas, y sólo me llevé una pequeña mochila para excursiones cortas. Lo mejor del mercadillo era la música en vivo, y encontrarme por casualidad con un compañero de trabajo (¡Sydney se me queda pequeño!).
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