miércoles, 16 de abril de 2014

Una botella de vino

Sydney no es la capital de Australia, sino de Nueva Gales de Sur (NSW), el más antiguo de los 6 estados que forman Australia. Tiene una superficie 40 veces mayor que la "vieja Gales del norte" o casi el doble que la de España, y una población de más de 7 millones. Como Estado, tiene un Gobernador y un Premier con un consejo de Ministros. Barry O'Farrell llevaba desempeñando el cargo de Premier durante 3 años hasta que esta mañana ha presentado la dimisión. ¿El motivo? Le han pillado en un renuncio en relación a un regalo que al parecer recibió. Según todos los indicios, el CEO de una empresa de gestión de aguas obsequió al recién nombrado Premier en 2011 con una ostentosa botella de vino valorada en $3,000. Hasta ayer, O'Farrell negaba haber recibido tal regalo, pero hoy las evidencias se han acumulado en su contra. Ha aparecido el recibo de la entrega en su domicilio particular e incluso una nota de agradecimiento manuscrita cuya caligrafía ha reconocido sin recurrir a ningún peritaje. Esta mañana, el Premier ha presentado su renuncia y ha admitido que su memoria puede haberle fallado.

Curiosamente, hace un año O'Farrell decidió dar ejemplo y suspendió temporalmente en sus funciones a su propio ministro de finanzas Greg Pearce cuando se supo que éste había cargado al erario público un viaje privado a Canberra por valor de apenas $200.

El Premier O'Farrell no estaba imputado en ningún proceso judicial, y la investigación que ha conducido a su caída se basa en el trabajo de ICAC, una agencia independiente dentro del propio gobierno de NSW. Ha sido durante su comparecencia de hoy como testigo ante la ICAC cuando le han presentado las pruebas que han desmontado su defensa.

Viniendo de España, todo esto suena un poco extraño. Estamos acostumbrados a que los cargos públicos y representantes electos se agarren a su silla, nieguen las evidencias por abrumadoras que resulten, realicen contradictorios desmentidos, resistan numantinamente ante imputaciones judiciales, y todo ello ante sospechas de corrupción, obsequios o sobresueldos con cifras bastante más abultadas. No creo que sea posible generalizar, pero mi sensación es que la manera australiana de hacer las cosas es más saludable.

2 comentarios:

  1. Hola Diego,

    soy el otro diego que aparece en el acta fundacional de asturlinux y tengo que confesarte que sigo tu blog desde hace tiempo. También estoy al otro lado del Pajares pero me quedé un poco más cerca, en Badajoz.

    Hace unos días vi el primer episodio de una serie danesa llamada Borgen en que el primer ministro se planteaba dimitir por usar fondos públicos en su propio beneficio y, ya entonces, me pareció estar viendo ciencia ficción. Al parecer, en la zona norte de Europa es normal que los políticos dimitan por algo tan nimio como mentir en su currículum (Alemania) o unas multas de velocidad (UK).

    Por eso creo que sí, que hay que generalizar para aprender y hacer las cosas de manera más saludable (cuántos encabronamientos nos ahorraríamos), simplemente mirando alrededor y viendo cómo los demás manejan ciertas situaciones. Y utilizando la lógica más básica, claro.

    Enhorabuena por la entrada y un saludo,
    diego

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    1. Hola Diego, gracias por seguir el blog y por tu comentario. Cuando digo que no puedo generalizar me refiero a que no puedo decir en términos absolutos que los políticos australianos sean más responsables. Ojalá que nunca hubiera sospechas sobre el comportamiento de ningún cargo público, pero si las hay, desde luego que parece mejor que se aparten y defiendan su honor sin aferrarse al sillón. Lo que me parece más interesante del caso es que sea un órgano independiente dentro de la propia estructura del gobierno el que conduzca una investigación, caiga quien caiga.

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