La vivienda es muy cara en Sydney, y la mayoría de la gente vive de alquiler. En la zona centro, un apartamento de un dormitorio tiene una renta de $500-$600 por semana, ya que se paga por semanas, no por meses. El mercado de apartamentos es muy competitivo desde el punto de vista del inquilino, y en mi caso han resultado fundamentales los buenos consejos recibidos de otros expats y la colaboración prestada por mi empresa. Una vez localizados algunos apartamentos interesantes a través de dos fenomenales aplicaciones de iPad, los visité. Los agentes inmobiliarios anuncian un horario para hacer "inspections", por ejemplo, este Miércoles de 12:00 a 12:15, y van allí, abren el piso y empieza a aparecer gente para echar un vistazo. Todo sucede muy deprisa, las visitas son fugaces. Si el apartamento te interesa, hay que pedirle al agente un "application form", cumplimentarlo durante las siguientes horas y cruzar los dedos. Con el application form hay que adjuntar un montón de documentación: referencias personales y profesionales, nómina, pasaporte, carnet de conducir, extracto bancario, tarjeta del seguro médico... El agente examina las solicitudes recibidas en las horas siguientes a la inspección, llama a tus referencias para comprobarlas, y elige a un nuevo inquilino. Ahí es donde he tenido mucha suerte, porque lo he conseguido al primer intento.
Mi nuevo hogar es un modesto apartamento en el bonito barrio de Pyrmont, cuya principal ventaja es si situación, ya que me permite caminar 20 minutos hasta el trabajo. Incluso hay un carril bici (menos habituales de lo que yo esperaba, por cierto) y un autobús desde la puerta de mi casa hasta la oficina. De todas formas, supongo que muchos días iré a trabajar andando, porque para llegar a la oficina tengo que atravesar el precioso Darling Harbour a través del Pyrmont Bridge, el puente peatonal que aparece en la parte izquierda de la foto. Es la zona que más me ha gustado de Sydney, al menos hasta ahora.
Mi pequeño pisito está en un edificio de apartamentos, muy habituales en el centro. Dispone de zonas comunes, como una piscina cubierta, un gimnasio bien equipado y una terraza compartida con estupendas vistas y habilitada para barbacoas. Ahora me queda esperar unas semanas a que quede libre, y pensar cómo voy a amueblarlo.