El otro día celebré por primera vez mi cumpleaños aquí al otro lado del Pajares. Soy muy afortunado porque en los meses que llevo aquí, he conseguido formar un grupo de amigos que estuvieron inmensos, muy generosos y consiguieron que disfrutase al máximo de la celebración y hasta me emocionase un poquito. Los que me han acompañado en otra ocasiones, y que ahora tengo tan lejos, tampoco se olvidaron, y quedé abrumado por la cantidad de emails y similares que recibí, procedentes de cuatro continentes distintos. ¡Muchas gracias a todos! Ha sido uno de los mejores cumpleaños que recuerdo.
A alguien se le ocurrió que lo mejor para celebrar mi cumpleaños era invitarme a visitar por fin el restaurante asturiano situado en el centro. Fue una experiencia peculiar pues a pesar de su nombre, el restaurante no es realmente asturiano sino que mezcla tópicos españoles diversos. No faltaron elementos tan "asturianos" como la paella, los carteles de Tío Pepe, y lo más llamativo, un espectáculo de sevillanas. No me gusta hacer malas
reviews, y más aún cuando fui invitado, pero no puedo evitar un aviso a navegantes: la fabada y la sidra eran horribles. Seguro que el local tiene una buena clientela entre aquellos australianos interesados por lo exótico de la comida y la cultura española (y sus tópicos), pero desde luego no puedo recomendarlo para los asturianos nostálgicos. Afortunadamente la excelente compañía lo compensa todo.
Este fin de semana también asistí al "Twilight cinema", un nuevo evento organizado por mi empresa. Alquilaron un
bonito estadio de criquet con un siglo de antigüedad, y en el césped instalaron una feria sólo para los empleados, familias y amigos. Había varias atracciones y juegos para los pequeños, aunque algunos
geeks con espíritu joven también jugamos, por ejemplo, a un Jenga gigante. Había también unos furgones que repartían bebidas, perritos calientes, helados y palomitas, todo a cuenta de la empresa. Así estuvimos varias horas, hasta que se puso el sol. Entonces montaron una pantalla gigante en el centro del estadio, y nos tumbamos en unos cómodos
bean bags (en España creo que se llaman "Puffs") para ver una película que habíamos elegido previamente por votación. Hacía un tiempo estupendo, y mientras veíamos la película, también podíamos mirar al cielo para ver el firmamento austral. Y por si fuera poco, una amiga asturiana preparó unos frixuelos. ¿Quién puede pedir más?