domingo, 28 de julio de 2019

Cherrybrook - Hornsby

Hace unas semanas se puso en servicio la primera línea de "Metro" de Sydney. En realidad hay varias líneas de tren que atraviesan el subsuelo de la ciudad, pero esta es una línea de nueva generación. En la recién inaugurada primera fase, los trenes se quedan aún lejos del centro. Todavía quedan varios años de obras hasta que esta nueva línea cruce el centro de la ciudad. No obstante, este nuevo Metro es bastante diferente al resto de líneas de tren pesado. Los vehículos son de un nuevo diseño, con un único nivel, más puertas y un espacio interior diáfano de extremo a extremo. Las estaciones también son diferentes: unos paneles de cristal bloquean el acceso a las vías excepto cuando el tren está detenido en la estación (y las puertas están perfectamente alineadas). Pero la particularidad más llamativa es que el nuevo Metro es completamente automático. Y al no haber conductor, tampoco hay necesidad de cabina, por lo que los extremos delantero y trasero del tren son también ventanas que ofrecen una perspectiva inédita del viaje en tren. El sistema es similar al que usan los grandes aeropuertos, aunque a escala de una ciudad. Sus promotores dicen que permite alcanzar velocidades, frecuencias y un nivel de seguridad nunca visto.

Mi primer viaje en este nuevo medio de transporte me llevó hasta Cherrybrook. Desde allí, tras un par de kilómetros callejeando hacia el Este, se encuentra el nacimiento del río Berowra. Durante los siguientes kilómetros la ruta desciende junto al río en dirección Norte. Pese a la reciente escasez de lluvias, la humedad hace que rocas y árboles estén cubiertos de musgo. Tras reunirse con la senda que desciende desde Thornleigh, el camino, convertido en el Great North Walk, remonta la ladera y continua acompañando al río, pero desde lo alto. Unos kilómetros más adelante se alcanza el circuito de Blue Gum Walk, que ofrece dos posibilidades para llegar hasta Hornsby.







martes, 9 de julio de 2019

Demografía de la emigración española a Australia

Siempre se ha dicho que España es un país de emigrantes. Sin duda han existido periodos de fuerte emigración por motivos económicos o por guerras. Por eso el otro día me sorprendió ver este mapa que representa el porcentaje de población emigrante en relación con la población de cada país:


Según parece, en la actualidad y pese a la última década de crisis económica, el fenómeno de la emigración en España es mucho menos significativo que en el resto de Europa. Menos de 2 millones de nacidos en España son emigrantes en otros países. Aunque el mapa pinta toda España del mismo color, hay una importante variación por regiones. La incidencia de la emigración es más elevada en las provincias del Noroeste, incluyendo Asturias.

¿Cuántos de esos emigrantes españoles están en Australia? Según el ABS (el INE Australiano), unos 15,000 residentes en Australia han nacido en España, de los cuales más del 60% tienen la nacionalidad australiana. El propio INE sitúa la cifra en 20,000 personas. Australia no es uno de los mayores destinos de la emigración española. Por ejemplo, hay casi medio millón de nacidos en España residiendo en Argentina. Otros destinos: Francia=250,000, Alemania=150,000, Cuba=135,000, Reino Unido y Suiza=115,000, por citar solo algunos.

¿Y desde la perspectiva Australiana? Australia es un crisol de gente de todas las partes del mundo. Casi el 30% de los residentes en Australia han nacido en otros países. Esta fracción representa más del doble que en España (un 13% de los residentes en España han nacido en otros países) y casi 10 veces más que en la muy homogénea Asturias (menos del 4% de los residentes en Asturias han nacido en otros países). De ese 30% de australianos venidos de fuera, los españoles representan una minúscula minoría. De hecho, incluso en las cosmopolitas ciudades como Sydney no es fácil encontrarse con españoles, y apenas hay algunas tiendas y restaurantes con auténtico sabor español.

Y a la inversa, ¿cuál es la situación de la emigración australiana en España? Según el INE, 2,600 nacidos en Australia residen en España, de los cuales apenas 45 residen en Asturias.

martes, 2 de julio de 2019

Glenbrook - Red Hands Cave

Glenbrook es el portal oriental de las Blue Mountains. Alrededor de la esta localidad hay multitud de rutas, varias de las cuales ya he explorado (1, 2 y 3). Hoy decidí combinar dos nuevas rutas.

Tras comenzar en la estación de Glenbrook y callejear hasta la barrera de entrada al parque nacional, la senda desciende escalonadamente hasta una pequeña playa fluvial llamada Jellybean Pool. Los siguientes 200 metros remontan el río por una zona con grandes bloques de roca donde sorprendentemente no hay un camino bien trazado. Enseguida se llega al cruce del río Glenbrook, que se realiza por un badén (suponiendo que no haya llovido mucho esa semana).

Inmediatamente tras cruzar el río, una senda sale hacia la derecha y se adentra hacia el Oeste por el pequeño valle del arroyo Campfire Creek. Esta senda se encuentra bien mantenida y recorre 3 kilómetros por la espesura de un hermoso bosque en ligero gradiente ascendente. Tras cruzar el arroyo, el camino se vuelve un poco más empinado y enseguida llega a una cueva.

Esta zona de Australia está llena de pequeñas cuevas formadas bajo salientes de piedra arenisca que en ocasiones ha quedado erosionada formando espectaculares puentes y cornisas. Durante más de 40,000 años, estas cuevas han servido de refugio para las tribus itinerantes de aborígenes. En esta cueva en particular, de apenas unos pocos metros cuadrados y unos dos metros de profundidad, sus ocupantes decidieron decorar la roca con las siluetas de sus manos usando ocre. El resultado es un collage de docenas de manos añadidas en distintas épocas, lo que da nombre a la cueva: Red Hands Cave. Las siluetas más antiguas se dibujaron hace 2,000 años, que en realidad es prácticamente ayer en términos de la antiquísima cultura aborigen. Debido a los materiales empleados y a que la cueva está bastante expuesta a los elementos, es posible que la tradición se remonte a mucho antes pero las siluetas anteriores se hayan borrado con el paso de los milenios.

En lugar de desandar el camino, tras pasar por delante de la cueva se puede continuar ascendiendo y conectar con otra senda que recorre la cresta del monte y posteriormente desciende otra vez hacia el valle, completando un pequeño circuito.

Tras regresar a Glenbrook decidí continuar caminando hasta el siguiente pueblo, Lapstone, y tras cruzar la línea de ferrocarril por la estación, descender por una pista forestal hasta la orilla del río Nepean, donde se encuentra otra localidad llamada Emu Plains. El contraste orográfico es muy acusado. Lapstone y Glenbrook se encuentran en las primeras estribaciones de las Blue Mountains, rodeadas de notables cañones. Pero al llegar a Emu Plains se abre una gran planicie. Al río Nepean, luego convertido en el Hawkesbury, todavía le quedan por recorrer 140 kilómetros antes de llegar al océano, pero en este punto apenas se encuentra a 10 metros sobre el nivel del mar. En esta zona tiene un trazado rectilíneo de gran anchura. En sus orillas se han construido parques y paseos fluviales. Tras recorrer el lado occidental durante varios kilómetros se llega a un enorme puente peatonal recientemente inaugurado y que cruza el río en un único vano de 200 metros de longitud. Desde la orilla Este se alcanza la estación de Penrith en apenas unos minutos.