jueves, 30 de diciembre de 2021

Woodford - Glenbrook - Penrith (via Oaks trail)

Oaks Trail es posiblemente la ruta de bicicleta de montaña más conocida de las Blue Mountains, gracias a que está en muy buenas condiciones y dispone de estaciones de ferrocarril en ambos extremos. Comenzando en Woodford (620 metros de altitud), la primera mitad de la ruta transcurre hacia el Sur, por una pista de tierra y grava que alterna tramos a la sombra del bosque y tramos más expuestos al sol, y con un relieve ondulado. La segunda mitad es mucho más divertida, porque la superficie es más compacta, y durante unos 10 kilómetros consiste en una rampa que desciende de forma uniforme unos 400 metros, por lo que prácticamente no hace falta dar pedales y simplemente hay que dejarse llevar por el interior del bosque. Hay desvíos para visitar la Red Hands Cave y la zona de acampada de Euroka. En esta ocasión tomé otro desvío para subir a Mount Portal, donde hay un par de miradores con vistas a la garganta de Glenbrook y la llanura de Penrith y el río Nepean, donde hace poco estuve navegando.

Tras cruzar el río Glenbrook en el punto más bajo del Oaks Trail (70 metros), una breve pero dura ascensión por una carretera asfaltada lleva hasta la estación de Glenbrook (170 metros), que normalmente es el punto final de esta ruta. En esta ocasión, decidí extenderla atravesando Glenbrook, descendiendo por Lapstone, cruzando el puente Knapsnack, callejeando por Emu Plains, cruzando el río Nepean por el espectacular y moderno puente Yandhai, y finalmente llegando a la estación de Penrith (30 metros sobre el nivel del mar, pese a estar a más de 50 kilómetros de la costa), para completar más de 45 kilómetros de ruta en bicicleta.




Nortons Basin - Penrith (via Nepean River)

El embalse de Warragamba es la pieza clave del suministro de agua de Sydney. Está situado en una garganta del río Warragamba, que recoge las aguas la parte Sur de las Blue Mountains. Un par de kilómetros más abajo de la presa, el río confluye con el Nepean, en una zona llamada Nortons Basin. Para llegar hasta allí tomé un autobús desde Penrith, y después tuve que caminar 3 kilómetros, primero por una pequeña carretera, y luego descendiendo hacia el valle por una senda en mal estado, muy erosionada y comida por la maleza. Las enormes crecidas de los últimos años también han modificado el paisaje, pero con un poco de esfuerzo conseguí llegar hasta la orilla.

Allí me hice al agua con mi bote inflable. Justo tras la confluencia de los dos ríos hay unos rápidos, que afortunadamente pude navegar sin dificultad. Una vez las aguas se calman, el río recorre un gran cañón que forma un gran arco. Esta es una zona remota, rodeada de bosques, y un tanto monótona. Los primeros metros de las empinadas laderas están arrasados por las riadas. El río finalmente enfila la dirección Noroeste y va ensanchándose poco a poco. Al aproximarse a Penrith comienzan a verse otras embarcaciones, como pescadores, esquiadores acuáticos y motos de agua. En la confluencia con el río Glenbrook, la pared Este del cañón desaparece, reemplazada por la enorme llanura de Penrith. Justo después del viaducto de la autovía, concluí mi navegación en un recién inaugurado embarcadero, tras 15 kilómetros remando.




domingo, 12 de diciembre de 2021

Shoalhaven Gorge

Desde que empecé a navegar con mi pequeño bote inflable, me atraía la idea de hacer una acampada en algún lugar al que solo se pudiera llegar por el agua. No obstante mi bote es muy pequeño, así que para la primera aventura decidí alquilar un kayak, que es más espacioso y fácil de manejar. Fui con unos amigos al lago Yarrunga, que se encuentra en Kangaroo Valley. Tras pasar la noche previa en el enorme camping de Bendeela, rodeados de wombats, a la mañana siguiente recogimos nuestros kayaks y fuimos a la presa de Tallowa, situada justo en la confluencia de los ríos Kangaroo y Shoalhaven.

Esta presa forma un lago con dos largos brazos, uno en cada río. Ambos se adentran en zonas remotas sin acceso rodado. En esta ocasión fuimos hacia el Oeste, donde el río Shoalhaven forma una profunda garganta. En ambas orillas hay grandes paredes de caliza y bosques de apariencia impenetrable, aunque por desgracia buena parte de los árboles resultaron calcinados en los grandes incendios de hace dos años.

El comienzo de la navegación requiere cruzar en paralelo al gran rebosadero de la presa, lo que impresiona un poco. El kayak es mucho más fácil de manejar que mi bote, por lo que rápidamente hicimos casi 10 kilómetros. Las orillas son muy abruptas y apenas hay unas pocas zonas de acampada bastante pequeñas. Una vez instalados, decidimos aprovechar las últimas horas de sol del día para continuar unos kilómetros más hasta el final del lago, donde comienzan los rápidos.

Tras regresar hasta la zona donde acampamos, tuvimos que ahuyentar a un possum atrevido que quería robarnos la cena. Pese a lo diminuto de la zona de acampada, con apenas espacio para cuatro o cinco tiendas y un complicado punto de desembarco, Parques Nacionales ha instalado allí una letrina básica. Aunque este lago está a cientos de kilómetros de Sydney, un complicado transvase lleva las aguas hasta la ciudad, por lo que no me sorprende que cuiden de la calidad de las aguas. No obstante, la letrina estaba llena de arañas de aspecto poco amistoso, así que usarla requería cierto valor.

Durante la noche descargó una gran tormenta, pero escampó justo al poco de amanecer, dando lugar a hermosas estampas. Bajo la amenaza de una nueva tormenta, navegamos de regreso a la presa para evitar la lluvia, que justo comenzó a caer en los últimos minutos antes de llegar a nuestro destino.




domingo, 14 de noviembre de 2021

Carlingford - Rydalmere (via Ponds Walk y Vineyard Creek)

Hace unos años recorrí el Ponds Walk desde Carlingford a Rydalmere. Recientemente volví a esa zona para cerrar el circuito. Justo donde Ponds Walk termina en una zona industrial se puede girar hacia el Norte (en lugar de hacia el Sur para ir al río Parramatta). Tras cruzar unas calles y las obras del nuevo tranvía de Parramatta se llega al Vineyard Creek. Al parecer, en esta zona hubo viñedos hasta que la expansión de Sydney convirtió la zona en otro suburbio más. Una senda bien mantenida remonta el arroyo, que pese a las recientes lluvias, estaba casi seco. Hay un par de pequeñas cascadas, y finalmente una pequeña presa. Poco después la senda se termina, muy cerca del punto de partida.




martes, 9 de noviembre de 2021

Katoomba - Blackheath - Anvil Rock

He explorado docenas de rutas en las Blue Mountains, pero hasta ahora no había hecho ninguna en bicicleta. Uno de los motivos es que los trenes que suben a las Blue Mountains son antiguos y apenas tienen espacio para unas pocas bicicletas, por lo que puede ser difícil encontrar sitio. Hace unos días, aprovechando que varias otras líneas estaban cortadas durante el fin de semana, sospeché que el tren estaría más vacío de lo habitual y por fin fui con la bici.

Para esta primera ocasión escogí una ruta sencilla, comenzando desde Katoomba y en paralelo a la carretera principal y la línea del ferrocarril. Una pista ciclista bien señalizada recorre unos 12 kilómetros con cortas subidas y bajadas hasta Blackheath, con ocasionales vistas hacia el enorme valle Megalong hacia el Oeste. La ruta alterna secciones asfaltadas y pistas forestales con algunos baches y zonas de arena,  pero fáciles de negociar. La mayor parte transcurre entre árboles. Todo el recorrido está señalizado y preparado para bicicletas, aunque hay un pequeño tramo con escalones.

Una vez en Blackheath, crucé la población por alguna de sus encantadoras calles, para continuar hacia el noroeste, primero por una larga calle asfaltada, y después por una pista ancha y en perfectas condiciones. Tras un suave descenso durante unos 10 kilómetros, se llega al mirador de Anvil Rock, con unas vistas espectaculares sobre el Grose Valley, que desgraciadamente quedó muy afectado por los grandes incendios de hace dos años. Muy cerca del mirador hay una espectacular cornisa rocosa con una textura llena de franjas y agujeros, y que se llama Wind Eroded Cave.

A un kilómetro de allí hay otro mirador llamado Perry's Lookdown en un vértice del acantilado. También hay una zona de acampada que lleva cerrada desde los incendios. Tras visitar este lugar, di media vuelta para regresar a Blackheath.











jueves, 21 de octubre de 2021

St Ives - Mt Kuring-gai

 St Ives es un suburbio al Norte de Sydney, en el límite con el parque nacional de Ku-ring-gai. Donde termina la carretera comienza una pista forestal llamada Warrimoo que avanza hacia el norte. Tras apenas dos kilómetros, la pista termina en un mirador y se convierte en una senda escalonada que desciende hasta el río, justo donde llega el límite de las mareas. Allí saqué el bote de la mochila y continué por el agua. La marea estaba bajando, y la profundidad era muy escasa. Al cabo de un rato se llega a la intersección con la Sphinx Track. Navegando unos kilómetros más se llega a Bobbin Head, y después a Apple Tree Bay, cuyas aguas ya me son conocidas. Allí volví a recoger el bote y continué caminando, ascendiendo para salir del valle y llegar a la estación de Mt Kuring-Gai.




sábado, 9 de octubre de 2021

Confinamiento

En aquellos días de Marzo de 2020, cuando el mundo súbitamente se encontró con la pandemia del Covid, Australia tomó la decisión de aislarse. Anuló los pasaportes de sus ciudadanos y cerró sus fronteras aéreas, excepto para un reducido número de ciudadanos retornaban a Australia, para los que se estableció un programa de cuarentena estricta en hoteles de lujo durante 15 días. Para entonces, el virus ya estaba circulando por el país, pero el número de casos era reducido. Gracias a un gran esfuerzo de rastreo de contactos, Australia consiguió eliminar la propagación del virus.

De esta manera, mientras el resto del mundo sufría los estragos del Covid sin disponer de una vacuna, en Australia la vida era casi normal. Las restricciones eran mínimas, todos los negocios estaban abiertos y el uso de mascarillas era escaso. El gobierno alentaba a la gente realizar turismo doméstico mediante unos descuentos en las tarifas aéreas, y a cenar en restaurantes y asistir al teatro mediante unos vales.

Ola tras ola, otros países soportaban estrictos confinamientos mientras esperaban la llegada de una vacuna. Cuando por fin las vacunas aparecieron, Australia se lo tomó con calma. El primer ministro declaró que "no era una carrera". La ciudadanía tampoco tenía ninguna prisa: al no haber contagios, tampoco había hospitalizaciones ni muertes. Además, una desastrosa comunicación sobre la seguridad de las vacunas y su idoneidad para ciertos tramos de edad contribuyeron a que la actitud fuese de espera. Las vacunas empezaron a llegar con cuentagotas, y al contrario que el resto del mundo, que destinó las primeras vacunas para su personal sanitario y otros trabajadores esenciales, en Australia se dio prioridad al personal de aduanas y de los hoteles de cuarentena.

El sistema de cuarentena en hoteles para los pocos viajeros que conseguían retornar a Australia no era perfecto. En algunas ocasiones se producían contagios entre alguno de los viajeros y el personal que les atendía o vigilaba, dando lugar a un brote en suelo australiano. Durante más de un año, el sistema de rastreo de contactos y tests masivos funcionó una y otra vez, consiguiendo contener y eliminar de manera milagrosa todos los brotes en cuestión de días, con muy pocas restricciones. La única excepción fue un brote que obligó a Melbourne a realizar un confinamiento de varios meses, mientras el resto del país seguía haciendo vida normal.

Era evidente que Australia estaba jugando con fuego. No había margen de error. Todo cambió en Junio de 2021. Un nuevo brote se declaró en Sydney, tras el contagio de cuando uno de los conductores que transportaba a viajeros desde el aeropuerto hasta el hotel de cuarentena. Las autoridades comenzaron a rastrear los contactos, pero fieles a su estrategia "business friendly", decidieron no introducir restricciones. Esta vez el milagro no funcionó. Este brote estaba causado por una nueva variante del virus, mucho más contagiosa que las anteriores. Inexorablemente el número de casos comenzó a crecer exponencialmente, desbordando a los trazadores de contactos. El gobierno empezó a introducir restricciones de una manera confusa, hasta que finalmente, Sydney tuvo que declarar un confinamiento estricto de toda la ciudad.

Durante las primeras semanas del brote, el gobierno insistió en que continuaba con la estrategia de eliminación. El objetivo era reducir a cero los contagios, como en los brotes anteriores, para volver a la vida despreocupada. Con el paso de las semanas, el mensaje cambió. Hubo que reconocer que habíamos perdido la batalla, y comenzaron las urgencias por vacunar a la población. Lamentablemente no había vacunas, y las que había tenían tan mala reputación que la gente las rechazaba. Australia, acostumbrada a codearse con los mejores en cualquier clasificación, se encontró en el último puesto de la lista de la OCDE en cuanto a vacunación. Mientras el resto del mundo, incluyendo países mucho más humildes, se había estado vacunando, Australia se había creído naturalmente inmune al Covid. Esta perspectiva de asumir que todos los problemas vienen de fuera y que Australia es superior o indestructible no es nueva. Sin ir más lejos, hace unas semanas hubo un terremoto en Melbourne y rápidamente se encontró un culpable fuera de Australia.

Han pasado más de 100 días de confinamiento en Sydney. Tras unos meses frenéticos y unos trueques con otros países para conseguir vacunas, la semana pasada el estado de NSW consiguió llegar al 70% de población doblemente vacunada. Hay que indicar que esta cifra no se puede comparar a la de otros países, puesto que Australia ha decidido utilizar otro tipo de contabilidad para engañarse a si misma, algo en lo que también hay experiencia. La cifra mágica del 70% significa que mañana Sydney saldrá del confinamiento estricto, pese a seguir cerca de la cola en cuanto a población vacunada, muy por detrás de países líderes como España. Si apostar por el aislamiento y la estrategia de eliminación fue jugar con fuego durante un año, eliminar las restricciones en este momento parece también muy arriesgado.

sábado, 2 de octubre de 2021

La comisión contra la corrupción

En los años 80, el estado de New South Wales (NSW) estaba escandalizado por una serie de casos de corrupción. Nick Greiner fue elegido Premier tras prometer acabar con la corrupción. Bajo su mandato, en 1988 NSW aprobó la creación de ICAC, una comisión independiente para investigar posibles casos de corrupción, con un presupuesto de 25 millones de dólares anuales. ICAC no puede imponer condenas, pero puede realizar investigaciones, organizar comparecencias y remitir las pruebas a la justicia.

Cuatro años después, en 1992 el propio Nick Greiner tuvo que dimitir como Premier, acosado por la ICAC, que había descubierto su participación en una jugada para apartar a un parlamentario y forzar una reelección de la que esperaba salir victorioso. Al final la justicia dictaminó que su comportamiento no había sido corrupto, pero ya era tarde. La investigación de ICAC había sido suficiente para forzar su dimisión.

En 2014, el Premier Barry O'Farrell también dimitió antes de que hubiera una investigación judicial sobre él. ICAC había descubierto que aceptó una botella de vino, algo que inicialmente negó hasta que apareció una nota manuscrita de su puño y letra agradeciendo el regalo.

En estos años ICAC no solo ha hecho rodar cabezas en la jefatura del gobierno de NSW. Entre otros casos, también ha destapado corruptelas en la empresa pública de trenes, e incluso el caso de un empleado del Australian Museum que robó miles de especímenes del museo. Aunque ICAC no está exenta de polémicas, en general actúa con gran independencia, sin importar el color del partido. Por ejemplo, hace unos años provocó la caída del líder de la oposición tras revelar que un millonario chino había entregado un maletín lleno de dinero en la sede del partido.

Esta semana, ICAC ha hecho caer otro Premier más. Gladys Berejiklian había llegado al cargo en 2017 tras la renuncia de Mike Baird, liquidado por su propio partido porque no había podido recuperarse de polémicas como la de los galgos o las leyes para controlar la violencia relacionada con el alcohol. Anteriormente a su ascenso, Gladys, que proviene de una familia de inmigrantes armenios, había desempeñado cargos de Tesorera y Ministra de Transportes con responsabilidad sobre importantes transformaciones como la introducción de la tarjeta Opal para unificar el transporte público, o la privatización de la red eléctrica. Una vez instalada como líder del estado, continuó con un enorme plan de inversiones en transporte, algunas bien recibidas como las líneas de metro, y otras muy controvertidas, como una red de autopistas subterráneas de peaje. También promovió operaciones de dudoso valor público pero muy jugosas para los constructores y especuladores, como el traslado del museo Powerhouse o el derribo y reconstrucción de grandes estadios. Sabedora de que enfrentarse al lobby de las apuestas había costado el cargo a su predecesor, Gladys facilitó dócilmente el uso del Opera House para promover carreras de caballos.

Con la llegada del COVID, Gladys alternó éxitos y fracasos. La estrategia de "contact tracing" funcionó de forma casi milagrosa durante un año, manteniendo Sydney prácticamente en un mundo paralelo en el que parecía no existir el COVID, pese a enormes pifias como el desembarco del crucero Ruby Princess. Finalmente, la aparición de variantes más contagiosas invalidó esa estrategia, y el gobierno de Gladys tardó en reaccionar. Cuando finalmente decretaron el confinamiento, ya era demasiado tarde.

Tras varios meses de confinamiento y tensión debido al trato desigual recibido por los barrios más humildes de Sydney, la situación parecía estar mejorando, y el final del túnel estaba a la vista. Sin embargo, esta semana se conoció que ICAC había decidido abrir una investigación a Gladys. Unas horas después, la Primer dimitía.

El asunto había comenzado varios años antes, cuando Gladys todavía era Tesorera. Otro miembro del parlamento, Daryl Maguire había estado involucrado en turbios negocios y cobro de comisiones en relación con unos terrenos alrededor del futuro nuevo aeropuerto de Sydney. Cuando se supo aquello, Gladys había exigido la dimisión de Daryl y había declarado sentirse muy decepcionada. El año pasado la ICAC llamó a declarar a Gladys como testigo en la investigación sobre Daryl. Se reveló entonces que los dos habían mantenido en secreto una relación sentimental que había continuado incluso después de la salida de Daryl. Obviamente esto no es ningún delito. Pero ICAC había pinchado el teléfono de Daryl, y las grabaciones de sus conversaciones con Gladys demostraban que ella estaba al corriente de las actividades irregulares de su novio. Gladys consiguió sobrevivir políticamente al escándalo el año pasado, hasta que esta semana ICAC finalmente decidió llamarla otra vez a declarar, esta vez no como testigo, sino como sospechosa.

En poco más de 3 décadas, ICAC ha decapitado 3 veces al gobierno de NSW. Algunas voces piden la creación de un organismo similar a nivel del gobierno federal de Australia. Quizás así podrían investigar casos como el de Christian Porter, hasta hace poco un ministro estrella del gobierno de Scott Morrison, que entre otros cargos había sido Ministro de Justicia. Hace unos meses, la televisión pública ABC, en otra demostración de independencia, le había acusado de un caso de violación a una menor que posteriormente se suicidó. El señor Porter denunció a la ABC por difamación para defender su honor, lo cual es perfectamente legal, aunque luego retiró la denuncia tras alcanzar un acuerdo con la ABC. Recientemente se supo que una parte de los costes legales de su pleito contra la ABC fueron pagados por un fondo opaco. Christian se negó a revelar el origen del dinero, y el primer ministro se vio forzado a apartarle del gobierno, aunque el señor Porter decidió conservar su escaño de parlamentario, como si las obligaciones legales y morales de transparencia solo aplicasen a los ministros pero no a los parlamentarios.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Rhodes - Concord (via Parramatta River)

Sydney lleva meses de confinamiento. Aprovechando que está permitido salir a hacer ejercicio en un radio de 5 Km, y que vivo junto al río Parramatta, el otro día salí a navegar con mi bote hinchable. Comenzando desde Uhrs Point, junto al viaducto de Concord Road, fui siguiendo el contorno de la orilla, entrando en las bahías de Brays y Yaralla. Llama la atención que esta orilla está cubierta de árboles, tras los que se puede ver el perfil de las grandes torres residenciales de Rhodes, incluyendo una con un perfil peculiar. Se trata de un heliostato colocado en la azotea, y que consiste en un conjunto de espejos para proporcionar luz natural a una plaza pública que, de otra manera, quedaría a la sombra del edificio. También se puede ver el hospital de Concord, que en su día fue el hospital más grande del hemisferio Sur. Pero la construcción que más destaca en este tramo del río es el antiguo hospital fundado por Thomas Walker en 1893, y que actualmente acoge un centro de salud mental para menores llamado Rivendell. Su fachada de ladrillo rojo preside una colina sobre el río. Un embarcadero con su propia torre añade espectacularidad al complejo, rodeado por hermosos jardines. Por su fotogénica apariencia, este histórico edificio ha sido el escenario de varias películas, incluida la versión de El Gran Gatsby con Leonardo di Caprio.



martes, 14 de septiembre de 2021

Perito Moreno

Otro de los lugares que visité en Argentina, después de las cataratas de Iguazú, fue el glaciar Perito Moreno. Se encuentra cerca de la localidad de El Calafate, en la Patagonia, a 2500 kilómetros del sur de Buenos Aires. El vuelo doméstico hasta allí en un avión militar con múltiples escalas previstas e imprevistas y hasta un cambio de avión en una de las escalas debido a una avería mecánica, fue una aventura épica.

El Perito Moreno es un inmenso río de hielo de varios kilómetros de anchura y decenas de kilómetros de longitud. El frente es un muro vertical de casi cien metros de altura en algunos puntos. Este glaciar es famoso por un fenómeno que se repite cada pocos años. La lengua de hielo avanza sobre un lago hasta llegar a una intersección en forma de T y partir el lago en dos. El nivel de agua en uno de los dos lados asciende, incrementando la presión hasta conseguir levantar el hielo y formar un túnel que acaba derrumbándose. Mi visita ocurrió unos meses después del último ciclo, y enormes bloques de hielo daban testimonio del derrumbe.

Además de contemplar las vistas panorámicas desde la colina delante del frente de avance, crucé el lago con una barca para observar el muro de hielo desde abajo. Luego me puse unos crampones y uní a un grupo para hacer una visita guiada por la superficie del glaciar. Se trata de un paisaje que parece de otro mundo, con enormes grietas y lagunas heladas de un color azul intenso. Quizás lo más impresionante sean los crujidos sordos que emite el glaciar al moverse lentamente. Grandes bloques de hielo se desprenden del frente periódicamente y caen ruidosamente en el lago. 










lunes, 30 de agosto de 2021

Cataratas de Iguazú

En 2012 viajé a Argentina durante un par de semanas para hacer un amplio circuito con inicio y final en Buenos Aires. Entre otros lugares, visité Mendoza, San Pedro de Bariloche, El Calafate e Iguazú. Este último se ha quedado grabado en mi memoria como el paisaje más bonito que he visto en mi vida.

Puerto Iguazú es una localidad a más de 1000 kilómetros al Norte de Buenos Aires, en la confluencia de los caudalosos ríos Iguazú y Paraná, junto al vértice fronterizo entre Brasil, Paraguay y Argentina. Fue la primera población no europea que visité, exceptuando el centro de Buenos Aires que se parece mucho a cualquier ciudad europea. Me impresionó su situación en mitad de la selva, su clima tropical, sus construcciones de perfil bajo y sus calles de arcilla rojiza como si fueran las pistas de Roland Garros.

La razón para visitar este lugar en el interior de Suramérica se encuentra unos pocos kilómetros hacia el Este, en medio de la selva. Las cataratas de Iguazú aparecen en cualquier lista de las 7 maravillas naturales del mundo, y con razón. Se trata de un complejo de cascadas de varios kilómetros de longitud y unos 80 metros de altura, divididas en dos escalones. Son las cataratas más largas del mundo, aunque no las más caudalosas, si bien tuve la suerte de visitarlas en una época de crecida. Millones de litros de agua se desploman cada segundo con un rugido atronador.

Este paisaje ha quedado retratado en numerosas películas, incluyendo La Misión, Moonraker e Indiana Jones. La visita se puede hacer tanto desde el lado argentino como desde el brasileño. Un entramado de pasarelas, sendas y hasta un tren turístico permiten acercarse hasta el mismo borde de las cataratas. Uno de los miradores más espectaculares es el situado sobre la Garganta del Diablo, donde la cortina de agua forma un arco de herradura, pero las vistas son magníficas desde cualquier lugar. En mi visita incluí una vuelta (guiada) en barca por la parte superior y otra por la parte inferior. La segunda incluyó acercarse bastante a una de las cascadas hasta quedar completamente remojado. Pese a las precauciones que tomé, mi cámara de fotos sufrió un final épico.

Me pasé todo un día, desde el amanecer hasta el atardecer, contemplando emocionado el increíble paisaje. No tuve tiempo de visitar el lado brasileño, ni siquiera todos los rincones del lado argentino. Ojalá tenga la oportunidad de volver en otra ocasión.








sábado, 21 de agosto de 2021

Yosemite

Tras esquivar las balas de manera milagrosa durante un año y medio, parece que finalmente Sydney está sucumbiendo al COVID, aunque sea a cámara lenta. Llevamos dos meses de confinamiento y las perspectivas no son buenas. Mis excursiones y aventuras por Australia están, por tanto, aparcadas, así que voy a rebuscar en el álbum de fotos para hablar de mi visita al parque nacional de Yosemite en California, en otoño de 2015.

Aprovechando un viaje de trabajo a San Francisco, que suponía mi primera visita a California, se me presentó la oportunidad de visitar Yosemite, uno de los lugares más icónicos del mundo para cualquier amante de la naturaleza y las montañas. Se encuentra a unos 300 kilómetros al Oeste de San Francisco. Mi plan era pasar tres días allí, pero debido a una amenaza de temporal de nieve, tuve que acortar mi viaje para evitar quedar aislado en la montaña y faltar a la conferencia de mi empresa.

En el viaje de ida tuve la oportunidad de visitar un bosque de secuoyas (allí llamadas "redwood"). Son árboles gigantes, majestuosos y milenarios en cuya presencia uno se siente como si fuera una pequeña hormiga que está de paso.

La llegada al valle de Yosemite es espectacular. Un mirador a la salida de un túnel permite observar la postal más icónica: una vista longitudinal del valle, con la colosal pared granítica de El Capitán a la izquierda, una de las cascadas a la derecha, el fondo del valle cubierto de árboles, y la enorme mole blanquecina de Half Dome asomando por el horizonte al fondo de todo. El Capitán es la meca del alpinismo, con su pared vertical de 900 metros de altura (el doble que el Uriellu), y Half Dome proporciona retos tanto para los alpinistas como para los montañeros.

Mis objetivos eran bastante más modestos. Debido al acortamiento de mi viaje, tuve que cancelar la ruta que tenía planeada (me la guardo para otra ocasión). En su lugar, hice dos rutas cortas de media jornada. En la primera de ellas ascendí desde el centro de visitantes para visitar Yosemite Falls, que son dos grandes cascadas encadenadas. Por falta de tiempo solo pude llegar hasta la base de la segunda cascada, tras ascender 300 metros. La segunda ruta me llevó a acercarme a Vernal Fall, otra preciosa cascada. Después regresé hacia el valle para explorar otra senda y llega al Upper Mirror Lake. De esta forma pude observar el monolito de Half Dome desde distintos ángulos. Después continué explorando el valle hasta regresar al centro de visitantes y tomar un transporte de regreso a San Francisco. Por cierto, que al final el temido temporal de nieve se quedó en nada.

Espero tener más oportunidades de explorar Yosemite con más calma. El sitio lo merece.






sábado, 24 de julio de 2021

Cairns

Cairns es una ciudad al Norte de Queensland, con una población algo menor que Oviedo. Con una latitud 16 grados Sur, tiene un clima tropical. Mi visita fue en invierno, cuando la temperatura era de unos 25 grados a cualquier hora del día o de la noche. La principal atracción es la Gran Barrera de Coral, una maravilla natural de más de 2000 kilómetros de longitud, y a la que ya dedicaré otro artículo. Otra de las atracciones es la jungla tropical. Aquí se encuentran algunos de los bosques más antiguos del mundo, con una antigüedad de unos 200 millones de años. En ellos se encuentran especies como el cassowary, un peligroso "pájaro" de casi 2 metros de altura, un cráneo acorazado y terribles garras. Es un primo cercano del velociraptor.

El centro de la ciudad de Cairns está dominado por hoteles, apartamentos y restaurantes. Hay un largo paseo costero, pero el acceso a la enorme playa está cerrado, debido a que la costa norte de Queensland está infestada de cocodrilos de agua salada, que todos los años se cobran alguna víctima. Para compensar, existe una playa artificial en un parque. Aunque no deja de ser una piscina grande, me sorprendió ver vigilantes apostados en sus torres a las 6 de la mañana, cuando todavía estaba amaneciendo.

Contraté un tour para visitar algunas atracciones naturales a más de 100 kilómetros al norte de la ciudad. Una de estas visitas fue al bosque de Daintree, una jungla tropical atravesada por el río homónimo, donde la precipitación anual es de 4000 milímetros. Una barca me llevó de crucero por el río, deteniéndose para observar de cerca (muy de cerca, en algunos casos) varios cocodrilos de unos 3 ó 4 metros de longitud. Aún más al Norte visité el cabo Tribulations, así bautizado por el capitán Cook en 1770 tras embarrancar en un arrecife cercano y pasarlas canutas para reflotar y parchear el Endeavour y proseguir su viaje.








lunes, 14 de junio de 2021

Lamington National Park

El parque nacional de Lamington se encuentra muy cercano al de Springbrook, y también en el borde entre Queensland y New South Wales. La carretera de acceso desde Canugra, 30 kilómetros al Norte, es la carretera más espectacular que conozco en Australia. Asciende desde la cota 100 hasta la cota 900 metros por un trazado lleno de cerradas curvas que por momentos me recordó a la subida a los lagos de Covadonga o al mirador del Fito. La carretera es muy estrecha, por lo que los cruces con los vehículos que van en dirección contraria son delicados.

La carretera termina en un altiplano donde se encuentra un complejo turístico formado por cabañas, centro de conferencias, zona de acampada con distintos niveles de comfort, y una larga lista de actividades como tirolinas, pasarelas por las copas de los árboles, un jardín botánico, un aviario, etc. Este lugar recibe el nombre de la familia que se estableció allí y que aún lo regenta (O'Reilly). Incluso hay un avión, réplica del que se estrelló en aquellos montes en 1937, con una placa que recuerda la increíble historia de supervivencia y rescate de dos de los pasajeros.

Junto al complejo turístico solía haber una zona de acampada gestionada por el parque nacional, pero recientemente ha sido absorbida por O'Reilly. Consecuentemente, los precios de acampada son muy elevados, pero los servicios (aseos con duchas de agua caliente, una espaciosa cocina comunal, etc.) son de primer nivel.

Estuve 3 días por esta zona, lo que me dio tiempo a explorar otras tantas rutas de las muchas disponibles. Como en Springbrook, las rutas de esta zona son "de diseñador", con largas rampas de gradientes suavísimos.

La primera ruta fue el circuito de West Canungra Creek. La senda desciende 400 metros hacia el Norte por un hermoso bosque, hasta llegar a una pequeña laguna. Allí el camino cambia completamente de dirección y remonta el río, cruzándolo en múltiples ocasiones. No hay puentes, por lo que algunos de los cruces requieren mojarse los pies. Sorprendentemente, aunque la mayoría de las sendas están bien señalizadas y son anchas y seguras, este segmento junto al río requiere algo más de destreza, incluyendo buen equilibrio y falta de miedo a las alturas para poder recorrer estrechas y resbaladizas cornisas. Tras varios kilómetros, el camino se separa del río y asciende fácilmente entre grandes árboles para cerrar el circuito.

La segunda ruta fue un largo circuito que incluye el valle del Toolona Creek y sus múltiples cascadas. El bosque húmedo semi-tropical presenta algunas de sus estampas más verdes en esta zona. Tras un largo ascenso remontando el río, se alcanza la cresta divisoria entre Queensland y New South Wales, a más de 1100 metros de altitud. Por esa cresta transcurre Border Track, que forma parte de una ruta mucho más larga, pero que en esta ocasión recorrí en sentido horario para, siguiendo un gran arco, regresar al punto de partida. Aunque desde Border Track debería haber amplias vistas hacia el Sureste, la espesa vegetación no permite disfrutar de ellas.

Finalmente, la tercera ruta me llevó hacia los valles al Oeste del lugar de acampada. Por el camino pude visitar las cascada de Morans Falls, así como un par de miradores con fantásticas vistas hacia otras montañas más al interior. La parte final del camino permite visitar Wishing Tree, un enorme árbol que se abre como un portal para pasar por dentro.

Los bosques en esta zona son muy densos. Enormes lianas cuelgan de las ramas, y algunos árboles alcanzan diámetros y anchuras formidables. Una de las especies más llamativas es el Strangler Fig (según la Wikipedia, en español se llama "Matapalo"). Es muy peculiar porque crece alrededor de otros árboles, rodeándolos con una tupida malla que acaba por estrangular al árbol original. En ocasiones, la víctima acaba desapareciendo y el estrangulador permanece, formando una especie de chimenea.